Patient Story
Embarazo y COVID-19: El relato de Elsa
Patient Story Highlights
- Elsa, embarazada de cuatro meses con su primer bebé, se enfermó de COVID-19 y fue tratada en el Johns Hopkins Hospital.
- Un equipo multidisciplinario, que incluía especialistas en cuidados intensivos y obstetras como el Dr. Andrew Satin, cuidó de Elsa y su bebé por nacer.
- En agosto de 2020, Elsa dio a luz a una bebé sana.
Cuando Elsa Reyes-Amaya se enteró de que estaba embarazada en enero de 2020, quedó sorprendida y feliz a la vez. La saludable salvadoreña de 24 años y su compañero Víctor emprendieron juntos la emocionante experiencia de convertirse en padres primerizos.
¿Embarazo normal o síntomas del Coronavirus?
A finales de marzo, Elsa comenzó a tener dolores de cabeza. Empezó a tener una ligera fiebre y sintió algunos dolores en su cuerpo. Llamó a su médico, quien le dijo que, probablemente, todo se debía a que su cuerpo estaba experimentando los cambios producidos por el embarazo.
Poco más de una semana después, Elsa tuvo náuseas, diarrea y vómitos y solo unos días más tarde, apareció un nuevo y preocupante síntoma: tenía dificultad para respirar.
Neumonía por COVID-19 durante el embarazo
Víctor llevó a Elsa a un hospital cercano el 13 de abril, donde fue ingresada. Cuatro días después, su cuadro clínico empeoró. Contrajo neumonía y fue trasladada al Johns Hopkins Hospital.
"La Sra. Reyes-Amaya llegó al hospital en estado crítico", afirmo el médico obstetra, Andrew Satin, M.D. “Estaba presentando insuficiencia respiratoria debido a una neumonía repentina y grave.”
Elsa también estaba manifestando los primeros indicios de sepsis, una infección potencialmente mortal del torrente sanguíneo que puede producirse en pacientes en estado crítico. Satin explica que, aunque sus pruebas iniciales para COVID-19 fueron negativas, las pruebas posteriores revelaron un resultado positivo: Elsa tenía SARS-CoV-2, el coronavirus que causa la COVID-19.
Elsa asegura que no recuerda mucho de lo que pasó una vez que llegó a Johns Hopkins. Pero lo que sí recuerda, la hace llorar, especialmente cuando piensa en la peligrosa situación en la que se encontraban tanto ella, como su bebé no nacido. “Todavía es difícil hablar de ello", comentó.
Elsa no tiene la menor idea de cómo contrajo el Coronavirus. Ella vive junto a Víctor, su madre y su hermano, pero ninguno de ellos vino con COVID-19.
Tratamiento de COVID-19 con ventilador
A pesar de los cuidados de apoyo en Johns Hopkins, el cuadro clínico de Elsa siguió empeorando.
Satin explica que durante el embarazo los cambios normales que afectan a los pulmones ayudan a la mujer embarazada a asimilar y absorber más oxígeno, ya que debe respirar para sí misma y para el feto. Cuando las mujeres embarazadas contraen neumonía, estos cambios pueden agravar la enfermedad.
Al principio, Elsa fue tratada con oxígeno adicional, pero no resultó suficiente. A medida que su respiración se volvía más difícil, fue necesario conectarla a un respirador. Su equipo de cuidados le dio un fármaco para inducirle un sueño profundo. Luego, el equipo le insertó a Elsa un tubo de respiración en su garganta para empujar el oxígeno a sus pulmones el cual, esencialmente, se encargó de respirar por ella mientras estuvo inconsciente.
Ella recuperaba y perdía la conciencia intermitentemente. Al igual que otros pacientes hospitalizados con COVID-19 en una unidad de cuidados intensivos (UCI), ella experimentó pesadillas preocupantes. Cuando recobró la conciencia, seguía temerosa y, solo después de llamar a los miembros de su familia, se dio cuenta de que los sueños perturbadores no eran reales.
Giro en la esquina y paso a cuidados obstétricos
En otros momentos, Elsa recuerda haber oído una voz calmada y amorosa que le hablaba. “Fue como un sueño. Sé que estaba dormida, pero sentí como si Dios hubiera estado hablándome", explica.
Su familia observó su evolución desde una distancia prudencial (para proteger a los pacientes y al personal contra el Coronavirus, los hospitales de Johns Hopkins no permiten visitas durante la pandemia de COVID-19, excepto en situaciones muy contadas y excepcionales).
El equipo de cuidados intensivos le retiró el tubo de respiración a Elsa el 5 de mayo. “Estaba muy sorprendida cuando me desperté. Pensé que había estado dormida durante dos días, pero la enfermera me dijo que, en realidad, había estado conectada a un respirador durante más de dos semanas".
Satin y el resto de los profesionales de la salud de Elsa estaban entusiasmados, cautelosos y esperanzados. Debido a que la COVID-19 es una enfermedad nueva, sus efectos en los bebés no nacidos aún no están del todo claros.
“Una vez que Elsa recuperó la conciencia y se dio cuenta de que estaba fuera del peligro de la infección por Coronavirus, estaba deseosa de concentrarse en su embarazo,” comentó el Dr. Satin. Le practicamos un ultrasonido y la primera pregunta que Elsa nos hizo fue si podíamos saber el sexo del bebé. A la enfermera se le llenaron los ojos de lágrimas. Fue un momento muy conmovedor.”
Satin señala que su equipo, incluyendo a la mayoría de los residentes de subespecialización de la División de Medicina Materno-Fetal, llegaron a conocer a Elsa.
Aunque Elsa estaba feliz por haber superado el peor de los peligros y encantada de esperar una bebé, recuperarse de COVID-19 fue difícil. La enfermedad había arrasado con su cuerpo. Echaba de menos a su familia y, a pesar de la esperanzadora ecografía, estaba preocupada por su bebé no nacido. “Los médicos me decían que estaría bien pero, aun así, tenía miedo y estaba estresada", relata Elsa. Continuaron practicándole muchas pruebas. Recé mucho y le pedí a Dios que protegiera a mi hija.”
“Todos los médicos y enfermeras se portaron de maravilla conmigo", dice Elsa. “Me sentí protegida. Por otra parte, agradezco que los médicos se hayan comunicado conmigo y me hayan explicado lo que estaba pasando.
“Ojalá recordara los nombres de todos los que me cuidaron, pero sí recuerdo sus caras.”
“Todos los médicos y enfermeras se portaron de maravilla conmigo."
Elsa Reyes-Amaya
Sobrevivir al Coronavirus
Elsa asegura que su experiencia la hizo consciente de lo grave que puede llegar a ser la COVID-19.
“Esta enfermedad no se debe tomar en juego, porque es terrible", sentenció. “He visto a otras personas que salen a la calle y no toman precauciones. No soy médico, pero sé que si acabamos teniendo que convivir con la COVID-19 en nuestra comunidad, la gente tendrá que cuidarse a sí misma y a sus familias y mantenerse a salvo.”
Elsa confiesa que tenía un remanente de ansiedad, incluso cuando volvió a casa con su familia. “Tenía mucho miedo de enfermarme de nuevo. Pero mi bebé me dio fuerza.”
Una recién nacida, una nueva esperanza
El 31 de julio, nació la bebé Sofía: un poco prematura, un poco pequeña, pero muy afortunada. “Estaba feliz de poder asistir, para poder estar ahí para cuando Elsa diera a luz,” confesó el Dr. Satin. “Sentimos que había sido una gran recuperación: ambos pacientes (Elsa y Sofía) y su familia también.”
Satin señala que, si bien algunos pacientes con neumonía grave por COVID-19 no sobreviven, la juventud de Elsa y la ausencia de muchos factores de riesgo mejoraron sus posibilidades.
“Este fue un caso que nos elevó el ánimo,” aseguró el Dr. Satin. “El equipo de la UCI de la Sra. Reyes merece mucho crédito, no sólo por el feliz resultado para ella, su bebé y su familia, sino también para todos los que tuvimos el privilegio de atenderla.”
Elsa, que está encantada de ser madre, cuenta que concentrarse en su bebé la ayudó a superar sus momentos más difíciles. “Gracias a Dios, Sofía está bien,” exclamó. “Ella es un ángel. Estoy muy orgullosa de ella.
“Todos los esfuerzos fueron articulados en torno a ella.”